Prólogo

El gato lo miraba desde la mesa, con aire de indiferencia, con un gesto de soberbia y de aburrimiento, porque si de algo tienen cara los gatos, es de aburrimiento.

Terminó de colocar la mochila, cogió las llaves y el teléfono móvil, comprobó que no tenía ninguna llamada, lo cual era normal, y se volvió hacia el gato; “cuida de la casa”.

Nada más salir por la puerta el gato escapaba por la ventana.

1^er Acto: El gato del hombre.

Cuando volvió del trabajo allí estaba el gato, con la misma mueca de burla, como si fuera un objeto cerámico, un clásico gato de porcelana. No había variado ni un ápice su postura desde que se fue por la mañana, por lo que solo pudo decirle; “buen gato”, sacó una lata de comida que había comprado según volvía y se la puso en un plato; “come anda, te lo has ganado”. Se cambió de ropa por algo más cómodo y preparó un sándwich enorme, con lechuga, tomate, atún, espárragos, berros, zanahoria rallada, pepinillos y unos pimientos rojos, se abrió un botellín de agua y ambos comenzaron el festín.

2º Acto: El trabajo del hombre.

El hombre cogió el ascensor y pronto llegó a la planta baja, saludó al portero y justo enfrente del portal se paró un segundo a mirar un anuncio pegado a una farola; “¿Tienes problemas con los espíritus? Acude al famoso espiritista Ukham Laforte”, y venía una dirección cerca de su casa. “Curioso… otro que gana más dinero que yo haciendo menos”.

Fue hasta la parada del autobús y esperó cerca de 10 minutos hasta que paso una abarrotada lata de sardinas, se subió y pagó el billete.

El gato pasó por la parada, se quedó mirando al cielo y comenzó a lamerse las patas.

3^er Acto: La madre del hombre.

La melodía del móvil es una de las cosas más personales que existen, sabes perfectamente el tipo de persona con la que hablas si en medio de la conversación suena La Cucaracha, primero, porque no tiene la decencia de dejar en silencio el móvil mientras habla contigo y la segunda… bueno todos lo sabemos. Otro cantar es la melodía que le pones a las personas que te suelen llamar, otro tema es el sonido de cuando le llamaba su madre. Ese día sonaba Carmina Burana, lo que significaba aguantar durante una hora a una señora viuda que lo solía llamar pensando que era su hijo. ¿Quién era él para decirle que estaba equivocada? Total, su madre no le llamaba mucho. “Hola mamá”.

4º Acto: El tiempo libre del hombre.

Domingo, las 10 de la mañana y ya estaba levantado… encendió el portátil y se conectó a la red inalámbrica de su vecino. “Mmmmmh, Internet gratis… no está mal” pensó mientras comprobaba la bandeja de entrada del correo electrónico, tan vacía como la cuenta de llamadas de su teléfono móvil. “Puta mierda”.

Buscó un archivo en su carpeta de videos… “Bien, ya se ha bajado”. Se puso los cascos y apretó el play. Un ninja saltaba de un lado a otro con sus compañeros, mientras una canción algo movida en japonés marcaba el ritmo. El anime lo calmaba y le hacia escapar de su vida, esa sucesión de momentos monótonos y aburridos... “Chstt, que empieza”

3,2,1 Let’s Jam